martes, 4 de enero de 2011

El museo del fraude artístico

No teniendo mayor idea que la de empezar a escribir compulsivamente, abro esta página al mundo para expresar lo que pueda sentir, creer, pensar o blasfemar en un instante concreto. Sin preparacion ni guión. Casi al estilo de la escritura automática bretoniana, pero guiado por lo que mi "consciente" crea inoportuno dar a luz. Sin saber por qué, se me viene a la mente el museo del fraude artístico, un lugar entrañable de un filme que no lo es menos, pero esa es otra cuestión. No lo busqué y apareció ahí; y hay quien dice que nada es casualidad. El mundo no es ni más ni menos que un museo del fraude artístico, un lugar de plástico bañado en oro en el cual disfrutar de diamantes con piel de lápiz parece pecado mortal. No voy a juzgar; para entrar en discusiones sobre lo que está bien o mal, pregúntenle a Mani. Es preferible para mi hablar de sensaciones antes que de verdades absolutas. Es tan imbécil el ateo como el predicador, cuando ninguno de los dos es consciente siquiera de si lo que acaba de pensar es real. Si pienso, CREO que existo ¿Y si no pienso?

Me he abstraído completamente de lo que quería al principio. He huido de mi estilo de una manera demencial, pero ahora mismo lo que me apetece es bailar entre las ramas de algún árbol que no sea capaz de sostenerme. Mas esa era la idea inicial al empezar estas líneas, gritar enfermizamente en una habitación vacía sin loquero que me inyecte tranquilizantes para calmar mis ansias de libertad. He de culpar de mi estado al cronista del olvido, pero como dijeron los Monty Phyton: "Bienaventurado el que a buen arbol se arrima, porque buena sombra le cobija"

1 comentario:

  1. ...un lugar de plástico bañado en oro... metáfora muy táctil, me gusta.

    Y me has matado con tu mención a los grandes M.P.

    Otro más con blog, que con gusto leeré!

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